Misa 7 de noviembre 2021
Domingo XXXII del Tiempo ordinario
“ Ha echado más que nadie ”
El episodio evangélico de hoy resalta dos figuras opuestas: el escriba y la viuda. El escriba representa a las personas importantes, ricas, influyentes ; la viuda representa a los últimos , a los pobres , a los débiles . En realidad el juicio resuelto de Jesús se refiere a aquellos que alardean de su posición social, que se enorgullecen del título de «rabí», es decir, maestro, a quienes les gusta que les re verencien y ocupar los primeros puestos. Lo peor es que su ostentación es sobre todo de naturaleza religiosa, porque rezan, dice Jesús -«so capa de largas oraciones»- y se sirven de Dios para proclamarse como los defensores de su ley. Y esta actitud de superioridad y de vanidad los lleva a despreciar a los que cuentan poco o se encuentran en una posición económica de desventaja, como es el caso de las viudas. l. Jesús desenmascara este me canismo perverso: denuncia la opresión instrumenta/izada de los débiles por motivos re ligiosos, diciendo claramente que Dios está del lado de los últimos. 2. Y para grabar esta lección en la mente de los discípulos, les pone un ejemplo viviente: una viuda pobre, cuya posición social era insignificante porque no tenía un marido que pudiera defender sus de rechos, y por eso era presa fácil para algún acreedor sin escrúpulos. Esta mujer, que echará en el tesoro del templo solamente dos moneditas, todo lo que le quedaba, y hace su ofrenda intentando pasar inadvertida. Pero, precisamente con esta humildad, ella cumple una acción de gran importancia religiosa y espiritual. Ese gesto lleno de sacrificio no escapa a la mirada de Jesús, que, al contrario, ve brillar en él el don total de sí mismo en el que quiere educar a sus discípulos. 3. La enseñanza que Jesús nos da hoy nos ayuda a recobrar lo que es esencial en nuestras vidas y favorece una relación concreta y cotidiana con Dios. Hermanos y hermanas, las balanzas del Señor son diferentes a las nuestras. Pesa de manera diferente a las personas y sus gestos: Dios no mide la cantidad sino la calidad, escruta el corazón, mira la pureza de las intenciones. Esto significa que nuestro «dar» a Dios, en la oración y a los demás en la caridad, debería huir siempre del ritualismo y del formalismo,· así como de la lógica del cálculo, y debe ser expresión de gratuidad, como hizo Jesús con nosotros: nos salvó gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Nos salvó gratuita mente. Y nosotros debemos hacer las cosas como expresión de gratuidad (11-11-2018}. PAPA FRANCISCO