Misa 16 de agosto 2020
Homilía XX Domingo del tiempo ordinario
“ Mujer , que grande es tu fe ”
El Evangelio de hoy nos presenta a una mujer cananea, una extranjera, que implora a Jesús que cure a su hija la cual «tiene un demonio muy malo». El Señor, en un primer momento, parece no escuchar este grito de dolor. El aparente distanciamiento de Jesús no desanima a esta madre, que insiste en su invocación. Esta fuerza hay que buscarla en su amor materno y en la con· fianza de que Jesús puede satisfacer su petición. Y esto me hace pensar en la fuerza de las mujeres. Con su fortaleza son capaces de obtener cosas grandes. ¡ Hemos cononocido muchas! Es el amor lo que mueve la fe, y la fe, por su parte, se convierte en el premio del amor. El amor por su hija la induce a gritar: «iTen compasión de mi, Señor, hijo de David!». Y la fe perseverante en Jesús le consiente no desanimarse ni siquiera ante su inicial rechazo; así la mujer vino a postrarse ante Él y le dijo: «ISeñor; socórreme!». Al final, ante tanta perseverancia, Jesús permanece admirado, casi estupe facto, por la fe de una mujer pagana y accede: «»Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y desde aquel momento quedó curada su hija». Su insistencia es para nosotros estímulo para no desanimarnos, para no desesperar cuando estamos opri midos por las duras pruebas de la vida. El Señor no se da la vuelta ante nuestras necesidades y, si a veces parece insensible a peticiones de ayuda, es para poner a prueba y robustecer nuestra fe. Nosotros debemos continuar gritando como esta mujer: «{Señor; ayúdame! íSeñor ayúdame!». Así, con perseverancia y valor. Y este es el valor que se necesita en la oración (20-8-2017).. PAPA FRANCISCO