Listado de la etiqueta: Evangelio

» Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto. «

Primera lectura

Lectura del Profeta Amós 6, 1a. 4-7

Esto dice el Señor todopoderoso:
Ay de los que se fían de Sión,
confían en el monte de Samaría.
Os acostáis en lechos de marfil,
tumbados sobre las camas,
coméis los carneros del rebaño
y las terneras del establo;
canturreáis al son del arpa,
inventáis, como David,
instrumentos musicales,
bebéis vinos generosos,
os ungís con los mejores perfumes,
y no os doléis de los desastres de José.
Por eso irán al destierro,
a la cabeza de los cautivos.
Se acabó la orgía de los disolutos.

Salmo

Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R. Alaba, alma mía, al Señor.

El hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos,
liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda,
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 6, 11-16

Hermano, siervo de Dios:
Practica la justicia, la religión, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. Y ahora, en presencia de Dios que da la vida al universo y de Cristo Jesús que dio testimonio ante Poncio Pilato: te insisto en que guardes el Mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él honor e imperio eterno. Amén.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
–Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.
Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó:
–Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.
Pero Abrahán le contestó:
–Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
Y además entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.
El rico insistió:
–Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.
Abráhán le dice:
–Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.
El rico contestó:
–No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.
Abrahán le dijo:
–Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.

» No podéis servir a Dios y al dinero. »

Primera lectura

Lectura del Profeta Amós 8, 4-7

Escuchad esto los que exprimís al pobre,
despojáis a los miserables,
diciendo: ¿cuándo pasará la luna nueva
para vender el trigo,
y el sábado para ofrecer el grano?
Disminuís la medida, aumentáis el precio,
usáis balanzas con trampa,
compráis por dinero al pobre,
al mísero por un par de sandalias,
vendiendo hasta el salvado del trigo.
jura el Señor por la Gloria de Jacob
que no olvidará jamás vuestras acciones.

Salmo

Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8 R. Alabad al Señor, que ensalza al pobre.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre el cielo;
¿quién como el Señor Dios nuestro
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2, 1-8

Te ruego, pues, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mando, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de los paganos en fe y verdad.
Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
–¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.
El administrador se puso a echar sus cálculos:
– ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero:
¿Cuánto debes a mi amo?
Este respondió:
– Cien barriles de aceite.
El le dijo:
– Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».
Luego dijo a otro:
– Y tú, ¿cuánto debes?
El contestó:
– Cien fanegas de trigo.
Le dijo:
– Aquí está tu recibo: Escribe «ochenta».
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará ?
Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

» Deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado. «

Primera lectura

Lectura del libro del Exodo 32, 7-11. 13-14

En aquellos días dijo el Señor a Moisés:
–Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un toro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: «Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto.»
Y el Señor añadió a Moisés:
–Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.
Entonces Moisés suplicó al Señor su Dios:
–¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac y Jacob a quienes juraste por ti mismo diciendo: «Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre.»
Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Salmo

Sal 50, 3-4. 12-13. 17 y 19 R. Me pondré en camino adonde está mi padre.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 1, 12-17

Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor
que me hizo capaz, se fió de mí
y me confió este ministerio.
Eso que yo antes era un blasfemo,
un perseguidor y un violento.
Pero Dios tuvo compasión de mí,
porque yo no era creyente
y no sabía lo que hacía.
Dios derrochó su gracia en mí,
dándome la fe y el amor cristiano.
Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo:
Que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores,
y yo soy el primero.
Y por eso se compadeció de mí:
para que en mí, el primero,
mostrara Cristo toda su paciencia,
y pudiera ser modelo de todos
los que creerán en él y tendrán vida eterna.
Al rey de los siglos,
inmortal, invisible, único Dios,
honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15, 1-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
–Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:
–¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles:
–¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
También les dijo:
Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
–Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
–Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello, y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados:
–Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo:
–Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.

» El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. «

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 9, 13-19

¿Qué hombre conoce el designio de Dios,
quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos
y nuestros razonamientos son falibles;
porque el cuerpo mortal es lastre del alma
y la tienda terrestre abruma la mente que medita.
Apenas conocemos las cosas terrenas
y con trabajo encontramos lo que está a mano:
¿Pues quién rastreará las cosas del cielo,
quién conocerá tu designio,
si tú no le das sabiduría
enviando tu Santo Espíritu desde el cielo?
Sólo así serán rectos los caminos de los terrestres,
los hombres aprenderán lo que te agrada;
y se salvarán con la sabiduría
los que te agradan, Señor, desde el principio.

Salmo

Sal 89, 3-4 5-6. 12-13. 14 y 17 R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó,
una vela nocturna. R.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva;
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo;
baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a Filemón 9b-10. 12-17

Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús,
te recomiendo a Onésimo, mi hijo,
a quien he engendrado en la prisión;
te lo envío como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí,
para que me sirviera en tu lugar
en esta prisión que sufro por el Evangelio;
pero no he querido retenerlo sin contar contigo:
así me harás este favor no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti
para que le recobres ahora para siempre;
y no como esclavo, sino mucho mejor:
como hermano querido.
Si yo lo quiero tanto,
cuánto más lo has de querer tú,
como hombre y como cristiano.
Si me consideras compañero tuyo,
recíbelo a él como a mí mismo.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
–Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.»
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

» Dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos «

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 19-21. 30-31

Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas,
y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios,
y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico,
pues no tienen cura,
es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios,
el oído atento a la sabiduría se alegrará.

Salmo

Sal 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 R. Has preparado, Señor, tu casa a los desvalidos.

Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor,
alegraos en su presencia. R.

Padre de huérfanos,
protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a

Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado
a un monte tangible,
a un fuego encendido,
a densos nubarrones,
a la tormenta,
al sonido de la trompeta;
ni habéis oído aquella voz
que el pueblo, al oírla,
pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado
al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo,
a la asamblea de innumerables ángeles,
a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo,
a Dios, juez de todos,
a las almas de los justos que han llegado a su destino
y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-14

Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo:
–Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Y dijo al que lo había invitado:
–Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

¡Dichosa tú, que has creído!

Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.
El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo:
–«Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo.»

Salmo

Sal 44, 10be. 11-12ab. 16 R. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-27a

Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–« ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
–«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

» Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos. «

Primera lectura

Lectura del Profeta Isaías 66, 18-21

Esto dice el Señor:
Yo vendré para reunir
a las naciones de toda lengua:
vendrán para ver mi gloria,
les daré una señal, y de entre ellos
despacharé supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Etiopía, Libia,
Masac, Tubal y Grecia;
a las costas lejanas
que nunca oyeron mi fama
ni vieron mi gloria:
y anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todos los países, como ofrenda al Señor,
traerán a todos vuestros hermanos
a caballo y en carros y en literas,
en mulos y dromedarios,
hasta mi Monte Santo de Jerusalén
–dice el Señor–,
como los israelitas, en vasijas puras,
traen ofrendas al templo del Señor.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas
–dice el Señor–.

Salmo

Sal 116, 1. 2 R. Id al mundo entero y predicad el Evangelio.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

Hermanos:
Habéis olvidado. la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces el castigo del Señor,
no te enfades por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama
y castiga a sus hijos preferidos.»
Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos,
pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ningún castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos duele;
pero después de pasar por él,
nos da como fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes,
y caminad por una senda llana:
así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según San Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
–Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
–Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois.» Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas.» Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados.»
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

» He venido a prender fuego en el mundo «

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías 38,4-6.8-10:

En aquellos días, los príncipes dijeron al rey: «Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.»
Respondió el rey Sedecías: «Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra vosotros.»
Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.
Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: «Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre, porque no queda pan en la ciudad.»
Entonces el rey ordenó a Ebedmelek, el cusita: «Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe, antes de que muera.»

Salmo

Sal 39 R/. Señor, date prisa en socorrerme

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito. R/.

Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos. R/.

Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. R/.

Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 12,1-4

Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retiramos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

» No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. »

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6-9

Aquella noche se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de que se fiaban.
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables. Pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas llamándonos a ti.
Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y de común acuerdo se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.

Salmo

Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 R. Dichoso el pueblo a quien Dios escogió.

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos;
dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19

Hermanos:
La fe es seguridad de lo que se espera,
y prueba de lo que no se ve.
Por su fe son recordados los antiguos:
por fe obedeció Abrahán a la llamada y
salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad.
Salió sin saber adonde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida,
habitando en tiendas
–y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa–
mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos
cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por fe también Sara, cuando ya le había pasado la edad,
obtuvo fuerza para fundar un linaje,
porque se fió de la promesa.
Y así, de una persona, y ésa estéril,
nacieron hijos numerosos,
como las estrellas del cielo
y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos éstos,
sin haber recibido la tierra prometida;
pero viéndola y saludándola de lejos,
confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan,
están buscando una patria;
pues si añoraban la patria de donde habían salido,
estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor,
la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios:
porque les tenía preparada una ciudad.
Por fe Abrahán, puesto a prueba,
ofreció a Isaac:
y era su hijo único lo que ofrecía,
el destinatario de la promesa,
del cual le había dicho Dios:
«Isaac continuará tu descendencia.»
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder
hasta para resucitar muertos.
Y así recobró a Isaac como figura del futuro.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre.
Pedro le preguntó:
–Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?
El Señor le respondió:
–¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas ?
Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.

«Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23

Vaciedad sin sentido, dice el Predicador,
vaciedad sin sentido; todo es vaciedad.
Hay quien trabaja con destreza,
con habilidad y acierto,
y tiene que legarle su porción
al que no la ha trabajado.
También esto es vaciedad y gran desgracia.
¿Qué saca el hombre de todo su trabajo
y de los afanes con que trabaja bajo el sol?
De día dolores, penas y fatigas;
de noche no descansa el corazón.
También esto es vaciedad.

Salmo

Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9 R. Escucharemos tu voz, Señor.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
vitoreándolo al son de instrumentos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No, endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto,
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque hablan visto mis obras.» R.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1-5. 9-11

Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia, y la avaricia, que es una idolatría.
No sigáis engañándoos unos a otros.
Despojaos de la vieja condición humana, con sus obras, y revestíos de la nueva condición, que se va renovando como imagen de su creador, hasta llegar a conocerlo.
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres; porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
–Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó:
–Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?
Y dijo a la gente:
–Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola:
–Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.
Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe, y date buena vida.»
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?»
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.